Tarde o temprano profesionales y empresas tienen que lidiar con la molesta situación del riesgo de impago de los clientes

El impago de clientes es una cuestión que afecta por igual a empresas procurement como a proveedores, el riesgo de sufrir impagos es un hecho real que ha de ser estudiado y analizado para poder ofrecer las respuestas y soluciones pertinentes para solventar las consecuencias del mismo.

El riesgo de impago de clientes se sitúa como uno de los mayores conflictos financieros que sufren las empresas. La gestión de estas situaciones es casi tan importante como la devolución final del montante a deber.

Obviamente, el objetivo deseado es conseguir el pago final de toda deuda derivada con los clientes,pero en ocasiones es necesario mantener ciertos protocolos de actuación  por el bien del establecimiento de la relación con los mismos.

Diferentes situaciones frente a impagos de clientes

El riesgo de impago de clientes puede identificarse en diferentes situaciones, aunque por lo general, se establecen dos contextos bien remarcados: nuevos clientes y clientes consolidados. Se trata de dos figuras totalmente diferenciadas, y por tanto, la estrategia de gestión de impago, ha de ser proporcionada a las características de los clientes.

Así pues, es posible establecer determinados procedimientos de actuación para administrar correctamente estos dos tipos de clientes frente al impago:

  • Clientes Nuevos. Ante clientes nuevos, el conocimiento de la naturaleza de los mismos se hace especialmente esencial. Concretamente, es pertinente estudiar las condiciones financieras del cliente, así todo aunque sean respetables puede llegar la situación de impago. Una respuesta contundente y rápida, cerrando todas las vías de colaboración, es un buen protocolo para acelerar los pagos. Así todo, para evitar el impago es eficaz especificar un plan de pagos por adelantado, lo que nos asegura recibir el dinero antes que otra acción.
  • Clientes consolidados. Este tipo de clientes forman parte de la estrategia de negocio de las empresas, por tanto, su valor es muy alto, y como tal, la forma de actuar ha de variar ostensiblemente. La comunicación y la fijación de plazos de pago acorde a las condiciones financieras de los clientes han de ser serias cuestiones a acordar. Otra medida a integrar será la vigilancia del estado del cliente y la relación del mismo con los pagos a efectuar. De esta manera, la relación con el cliente no se verá críticamente mermada e incluso cabe la posibilidad de volver a retomar los consolidados canales de colaboración.

En definitiva, el impago de clientes no tiene porque ser el fin de una relación de negocio. A través de un buen protocolo de actuación se puede normalizar la situación y consolidar la confianza y compromiso de colaboración para el futuro de las estrategias de negocio.